03-02-11 - Presentación de la "Pieza del Mes" correspondiente al mes de febrero de 2011
La Fundación Museo de las Ferias presenta como “Pieza del Mes” de febrero una obra textil de extraordinaria calidad, que se fecha en la segunda mitad del siglo XVI, conservada en el Convento de San José de Madres Carmelitas de Medina del Campo: un corporal de encaje frisado o anillado del que cabe destacar, de una parte, su primorosa y complicada técnica de elaboración y, de otra, la singular iconografía que presenta, formada por series de animales y vegetales de un notable simbolismo. Con piezas como ésta se demuestra una vez más la riqueza patrimonial que se ha conservado durante siglos entre los muros de las clausuras religiosas, en este caso gracias a los desvelos de las carmelitas que aún mantienen viva la segunda fundación de Santa Teresa. Para el estudio actualizado de esta pieza hemos contado con la inestimable colaboración de Natividad Villoldo (Directora del Museo del Encaje de Castilla y León, con sede en Tordesillas), una de las más reconocidas especialistas de este tipo de técnicas textiles.
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Corporal
Encaje frisado o anillado a la aguja
Escuela de Valladolid
Hebras de oro, plata y seda; tejido de lino, granates y aljófares/ 60 x 64 cm.
Convento de San José de MM. Carmelitas Descalzas. Medina del campo |
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El ciclo “La Pieza del Mes” cuenta con el patrocinio de la Diputación de Valladolid
Más información e imágenes en: www.museoferias.net/febrero2011.htm
A finales del siglo XV aparecen en España unos encajes polícromos, con estilo netamente español, que alcanzan en el siglo XVI su máximo apogeo y esplendor en las fundaciones carmelitas de Santa Teresa de Jesús; se conocen como Puntos de España y reflejan en su decoración motivos arabescos mezclados con temas cristianos. Estos encajes toman la denominación de ”Frisados de Valladolid”, a partir del año 1915, cuando aparecen así nombrados por el Marqués de Valverde en el catálogo de la exposición Lencería y Encajes Españoles. La denominación se debe a que la mayoría de piezas que formaban parte de dicha exposición procedían de los monasterios de la citada ciudad castellana; sin embargo, existe documentación de
La mayor parte de los casos eran trabajos que realizaban las religiosas pertenecientes a monasterios de distintas ciudades, como presentes para la Santa fundadora, siendo enviados al monasterio en que se encontrara en cada momento, como nos indica la propia Santa en sus Cartas a las Madres. La Guerra de la Independencia y la Desamortización de Mendizábal influyeron en la desaparición de muchas de estas piezas, siendo muy escasas las obras históricas que se conservan; no obstante, hemos conseguido localizar algunas de ellas en museos de países como Holanda o Suiza. Otra característica es la fragilidad de los materiales con que están elaborados estos encajes: la seda, material orgánico que se autodestruye con el paso de los años, y la hebra metálica, generalmente de plata sobredorada, que lleva la hebra interior o alma también de seda.
La técnica del encaje es a la aguja de estilo anillado y frisado formando una orla que rodea un cuadrado de tejido de lino finísimo. Adornado con vainicas, se organiza en tres bandas de encaje unidas entre sí por dos pequeñas tiras de tejido bordadas al estilo hispano musulmán con hebras metálicas, alternando oro y plata y formando pequeños triángulos. La franja exterior (denominada cabeza) que remata la pieza está constituida por símbolos bíblicos de tipo animal y vegetal muy estilizados (palomas, serpientes, árboles,...). En la banda principal se alternan palomas y serpientes ondulantes. La técnica está formada por punto botonero español, anillado castellano y frisado de Valladolid. Tanto los ojos de las palomas como los de las serpientes se decoran con granates. Las hebras son de oro y plata rematando los motivos de la corona con diminutos aljófares y algunos granates más. La banda central está realizada íntegramente en un color asalmonado palo, mientras que las otras dos que la flanquean presentan las tonalidades típicas de estos encajes: azules, verdes, amarillos, salmón y granate que confieren a la pieza un gran efecto decorativo. Es, sin duda alguna, la pieza más emblemática del encaje castellano que se conserva en Castilla y León. La tradición lo atribuye a Santa Teresa, pero seguramente fuera realizado por varias religiosas ya que se adivina la intervención de diferentes manos en el desarrollo de las técnicas.
La pieza es hermosísima y muestra un compendio de diferentes técnicas de encaje que por sí mismas constituyen un estilo: anillado, puntos botoneros con alma de oro o plata y puntos frisados. Son también muy interesantes las tiras de tejido de lino que sirven de soporte de unión del encaje; su bordado hispano musulmán hace que nos encontremos ante una pieza excepcional.
Natividad Villoldo Díaz
Directora del Museo del Encaje de Castilla y León